sábado, 26 de septiembre de 2009

EDUCOMUNICACIÓN

Educar es comunicar y esta convicción encuentra su espacio y bien amplio en el Sistema Preventivo. Se realiza mediante relaciones y procesos propositivos, razonables y amables que ponen a la escucha de la respuesta por parte del interlocutor; bien lo afirma LOME 53-57 cuando expresa: “La comunicación educativa se realiza mediante relaciones recíprocas e intergeneracionales, abiertas y profundas, situadas en un sistema más amplio en el que actúan fuerzas sociales, culturales, institucionales y económicas. Responde a necesidades como el conocimiento, la confrontación con la diversidad, el intercambio y la colaboración. Según la lógica de la comunicación, todo ambiente educativo debería configurarse como ecosistema donde es posible encontrar un espacio apto para el propio crecimiento.

Es importante favorecer la relación y el encuentro para orientar a superar barreras y conflictos interpersonales. Por esto es necesario prestar atención a las exigencias comunicativas de los jóvenes, educarlas/los al diálogo interpersonal, a la apertura al otro respetando su originalidad, a la vida de grupo como laboratorio de relaciones auténticas, el redescubrimiento de la familia, al compartir en comunidad de fe, a la utilización positiva de los medios de comunicación social, a la valoración del teatro, de la música, del arte. Hoy se debe tener en cuenta las nuevas tecnologías que no solamente se reducen a instrumentos, sino que influyen en la mentalidad y en la vida cotidiana[1]”.

NO BASTA SER UNO MISMO:
PERFIL DEL TEJEDOR DE REDES[2]

Quizá la forma natural como personas, familias y grupos viven en sociedad, consista simplemente en sobrevivir, trabajar, custodiar a los propios seres queridos, ser ciudadanos que cumplen más o menos las normas mínimas de la convivencia. Cada uno es él mismo, vive y deja vivir. Este “ser uno mismo” -individual o colectivo- cumpliendo las exigencias básicas de la vida común es condición para el desarrollo social, pero queda raquítico y corto en el mundo actual, que reclama una sociedad civil más presente, cohesionada y participativa.

Gente que dedique tiempo y esfuerzos a abrir espacios comunes de colaboración con otros individuos de modo que los esfuerzos de cada uno articulen entre sí, configurando áreas más amplias de comunión y de participación, incluso de una forma interdisciplinar que atraviese las fronteras de la propia y específica área de acción.

Ser “tejedor de redes” requiere tesón y esperanza, pues todo diálogo y toda colaboración suponen una dedicación añadida al trajín de cada día; suponen apertura al otro valorando su identidad y estilo, requieren creatividad y tiempo para poner en marcha formas nuevas de trabajo común. Así, se deja de actuar como inconsciente “aldeano global” para suscitar deliberados colaboradores que conviertan esta “aldea” en un verdadero espacio social humano, al menos en aquellos pequeños “barrios” en los que uno se mueve dentro de ella. Tejer redes es animar un ejercicio colectivo de la libertad, y puede ser una buena forma de mejorar el mundo -con sencillez, como la levadura en la masa-. Una sociedad más articulada y cohesionada en su interior da un salto cualitativo que la lleva más allá de la suma de las individualidades y la acerca al concepto, más denso, de cuerpo social.

Afortunadamente, la tecnología hoy nos ofrece un excelente soporte para este espíritu. Cuando a estos inventos, con todo y los riesgos que todos conocemos, se les califica de “providenciales”, no es una ingenuidad. La convergencia tecnológica de los instrumentos de comunicación en el mismo lenguaje digital (informático) ha potenciado una transformación cultural tan honda, que es difícil precisar sus fronteras; estamos en medio de ella, probablemente algo desconcertados. Pero la tecnología informática facilita enormemente la comunicación, el trabajo común, la difusión de contenidos, la participación de interlocutores antes excluidos del diálogo social.

Para que ese cambio cultural no vaya a la deriva, es necesario aportar desde dentro de él mismo la levadura que el Espíritu Santo da a la Iglesia desde Pentecostés: la de la comunión. La invitación del Papa Juan Pablo II en este sentido es clara: “Quiero exhortar a toda la Iglesia a cruzar intrépidamente este nuevo umbral, para entrar en lo más profundo de la red, de modo que ahora, como en el pasado, el gran compromiso del Evangelio y la cultura muestre al mundo «la gloria de Dios que está en la faz de Cristo» (2 Co 4, 6). (Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2002). Amparo
[1] Bolpress: la formación de ciudadanos. Windows Internet Explorer
[2] Demkow Pablo del Instituto Inmaculada, José León Suárez (Bs. As).
NOTA: He hecho lo posible por subir el Video ENLACES de TICS Glooge videos

No hay comentarios:

Publicar un comentario